La lluvia y la fuerza de las corrientes marinas están relacionadas, en el pasado y en el presente

Lluvia vista desde la costa

Un artículo publicado en la revista Nature Communications revela que la lluvia y las corrientes marinas están relacionadas. En concreto se fija en la correlación entre el sistema de corrientes marinas del Océano Atlántico y en las precipitaciones en el “hemisferio occidental”.

El autor, Kaustubh Thirumalai, de la Universidad de Texas en Austin, comparó la fuerza de las corrientes superficiales en el Golfo de México y las lluvias históricas en Norteamérica y Centroamérica. Para ello utilizó datos paleogeográficos, mediciones instrumentales modernas y modelos climáticos.

El estudio comienza realizando un seguimiento de los cambios en la circulación oceánica en detalle. Lo hace a partir de sedimentos del Golfo de México extraídos durante el verano de 2010. En la zona Norte de esta región del Océano Atlántico hay gran cantidad de sedimentos dado que desembocan ríos como el Mississippi o el Río Grande, y al depositarse lo hacen junto con microorganismos que viven en las aguas marinas en forma de “plancton”. Las especies que forman este plancton dependen de las condiciones ambientales del océano. A partir de los cilindros de sedimentos del fondo marino que se extrajeron se realizaron cortes correspondientes a cantidades acumuladas durante 30 años, y se estudiaron los restos de foraminíferos presentes para determinar la temperatura y salinidad de las aguas.

En esta región del Océano es donde se genera la Corriente del Golfo que impulsa aguas tropicales hacia el Mar de Noruega, y la diferencia de densidad es un factor para el movimiento de las corrientes. Además de que al ser una zona apartada del océano, la influencia de las aguas superficiales Atlánticas solo llega cuando hay mayor cantidad de energía en el sistema. En total, los sedimentos representan los últimos 4400 años y al estar divididos en secciones de 30 años ofrecen una buena resolución temporal para estudiar los cambios siglo a siglo.

Por otra parte, se compararon con datos de “proxies” climáticos que indican la precipitación. Se utilizaron datos de anillos de los árboles (dendroclimatología), y sedimentos en cuevas, provenientes de Estados Unidos, México, Venezuela, Puerto Rico o Perú.

Los datos marinos indican un claro debilitamiento de las corrientes en especial en la Pequeña Edad del Hielo, entre 1450 y 1850, que se relacionan con diferentes patrones de precipitación en diferentes puntos del continente americano.

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