La ceniza volcánica de una erupción ocurrida en Kamchatka, Rusia, hace 7000 años viaja medio mundo hasta depositarse en un lago glacial. Es conocido que las erupciones pueden afectar a un espacio muy considerable. Un nuevo estudio publicado en Quaternary Science Reviews muestra cómo de lejos se puede desplazar.
La investigación, llevada a cabo por Willem van der Bilt, de la Universidad de Bergen, indica que las cenizas llegaron hasta Svalbard, en el Ártico noruego. Es un hecho sorprendente estando tan cerca de Islandia, que sufre un intenso vulcanismo. Lo lógico sería pensar que la ceniza provendría de allí. En palabras del paleoclimatólogo holandés “a veces hay que mirar más allá de los sospechosos habituales.
También evidencia que hay muchos factores que influyen en qué área pueden cubrir las cenizas de volcanes. Fue una erupción más importante que la mayoría. Aún así, las hay más grandes que no llegan a afectar a todo un hemisferio. La velocidad y dirección de los vientos en los días de la erupción son esenciales.
Se puede saber de qué volcán vino la erupción
Para saber de dónde venía se separó la ceniza de los sedimentos del lago, y para conocer su composición química se la bombardeó con un haz de electrones. Como el ADN, la composición química de la ceniza es única, una huella geoquímica, y se puede relacionar con una erupción. La ceniza viajó a lo largo de 3 continentes y se suele depositar en algunas semanas. Si se encuentra en otros lugares se pueden sincronizar todos los estratos gracias a ella.
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Esta noticia es parte del Podcast 013 sobre “Inventarios de flora y fauna para la conservación de la naturaleza”.
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